JUEVES SANTO
DE LA CENA DEL SEÑOR
Las lecturas de la misa crismal se hallan en el Leccionario VII, p. 218.
MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
PRIMERA LECTURA
Prescripciones sobre la cena pascual
Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra
de Egipto: — «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para
vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de
este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la
familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa,
hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta
terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo
guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará
al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la
casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego,
comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura
ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda
prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el
país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales;
y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será
vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo;
no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día
será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua
para todas las generaciones."» Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 (tf.: cf.
ICo 10,16)
R. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.
¿Cómo pagaré al Señor todo el oien que me ha hecho? Alzaré la copa de la
salvación, invocando su nombre. R.
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo
de tu esclava; rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al
Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R.
SEGUNDA LECTURA
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11,
23-26
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor
y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a
entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo
mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva
alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria
mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la
muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios.
Versículo antes del evangelio Jn 13, 34
Os doy un mandamiento nuevo — dice el Señor— : que os améis unos a otros, como
yo os he amado.
EVANGELIO
Los amó hasta el extremo
† Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había
llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le
había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y
Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y
a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla,
se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los
discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro,
y éste le dijo: — «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: — «Lo
que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le
dijo: — «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le contestó: — «Si no te lavo, no
tienes nada que ver conmigo.» Simón Pedro le dijo: — «Señor, no sólo los pies,
sino también las manos y la cabeza.» Jesús le dijo: — «Uno que se ha bañado no
necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros
estáis limpios, aunque no todos.» Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso
dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el
manto, se lo puso otra vez y les dijo: — «¿Comprendéis lo que he hecho con
vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo
soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros
debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he
hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.» Palabra del Señor.